El valor del tiempo muerto

—¿Jackie, vos sabes que la Luna tiene un conejo en el centro? —preguntó mi amiga Emma. –¿Un conejo en el centro?— le respondí, haciendo casi la misma pregunta. – Si, un conejo— repitió. —Míralo, hoy es Luna llena, está sentado y tiene las orejas para atrás, a mi me gusta verlo— me dijo. Yo, ni corta ni perezosa, baje la ventana del carro, busque la luna, para ver aquello que por primera vez mis oídos estaban escuchando. Mi amiga continuo —Eso sí Jackie, no todos pueden verlo, solo los que realmente creen en que la Luna tiene un conejo en el centro–concluyó, mientras esto último me hizo dejar de ver el cielo, para verla a ella, como reclamando porque me decía tal cosa, siendo que yo también quería ver el conejo en la luna. Llegamos a nuestro destino, me quedé mirando al cielo y revisando la enorme bola blanca iluminada, para ver si había algún conejo sentado con las orejas para atrás, pero más que eso, quería merecer ver un el mismo milagro que mi amiga siempre veía en cada Luna Llena.

No recuerdo desde entonces, que alguien más me haya regalado esa clase de misterios, esas cosas que solo podes ver pero jamás tocar. La sencillez con la que encuentra el conejo en la Luna, hace de ella una persona especial en la vida. De esas que te hacen regalos solo porque sí y porque saben que sos una persona que puede recibirlos sin reclamos de parecer cursi.

Sin duda uno de los tesoros más grandes que puede llevar consigo una persona, es el amor por las cosas sencillas, no del diente al labio como bien decía mi abuela, sino vividas en verdad. El placer de ver las flores y cuidarlas, la sensación de las gotas de lluvia, los anuncios de colores en las pantallas en los semáforos y hasta la puesta del sol por la tarde. Hemos perdido la capacidad de ver esas cosas.

Algunos expertos afirman que los tiempos muertos antes del celular eran realmente tiempos muertos, mejor aprovechados, porque éramos capaces de reflexionar sobre todo y nada a la vez, capaces de ver las cosas sencillas frente a nosotros y mucho más. Hoy en día, éstos fueron reemplazados por el celular y ya no es extraño ver a muchos en una misma fila con el aparato en las manos, asesinando realmente el tiempo muerto que bien podría utilizarse para volver a las cosas sencillas, para sorprendernos, para ser despertar curiosidad y hasta para darle más sentido a los momentos que vivimos

Les dejo entonces una tarea; hagamos vida los tiempos muertos. Dejemos de lado por un momento el celular, escuchemos el silencio, volvamos a ver el cielo, disfrutemos el olor a comida hecha por alguien que nos ama, saboreamos el helado que nos gusta, disfrutemos sentarnos en el sillón preferido, acariciemos las manos de algunos de nuestros amores más grandes, pero démosle valor al tiempo muerto, ese mismo que hemos reemplazado por el celular.

Mi amiga me enseño que en los tiempos muertos, bien se puede ver un conejito en la Luna, desde entonces en cada Luna llena, yo también puedo ver el mismo animalito sentado con las orejas hacia atrás. Hoy, lo quería compartir con ustedes, porque en efecto, la Luna tiene un conejito en el centro.

Jackeline Soto

Escritora